A pesar del largo viaje, a Wiski no se le notaba cansado, aunque no se podía decir lo mismo de su dragopavo, al cual le faltaban pocos centímetros para arrastrar la lengua por el suelo.
- Vamos chico, sé que queda poco... - dijo Wiski mientras acariciaba la cabeza de su dragopavo
Tras decir eso, el Anutrof alzó la vista el frente, y sus ojos comenzaron a emitir el brillo propio de los rácanos ancianos al ver algo de valor.
Wiski se encontraba delante de un antiguo barco naufragado en la costa de Frigost. Sin dudarlo bajó de su dragopavo y rebuscó en su mochila un antiguo libro. Tras echarle un vistazo dijo:
Si bien ya era raro ver a alguien hablar con su dragopavo, más raro es que alguien quiera estar en un sitio tan inhóspito como ese, y menos para encontrar los restos de un antiguo barco pirata. Pero Wiski continuó su conversación:
- Según este libro, dentro de este barco se esconde una de las mayores fortunas de kamas de todo el mundo de los 12, ¡y será mía!
Evidentemente su dragopavo no le contestaba, y si lo hubiera hecho seguro sería para insultarle por haberle hecho andar tanto con él encima para ver un barco podrido.
- Chico no te muevas de aquí - dijo Wiski señalando a su dragopavo - voy a ver que hay dentro
El anciano se dispuso a entrar por uno de los huecos hechos por la madera podrida en los laterales del barco, aunque no llevaba mucho tiempo dentro cuando se le vio salir por ese mismo agujero corriendo, gritando y agitando las manos.
- ¡Aaaah! ¡Vamonos de aquí!
Wiski se montó en su pavo y salió a toda velocidad hacia su casa en el Burgo, sin mirar atrás siquiera. Nada se sabe de lo que vio dentro de ese barco, pero nada más llegar tomó una pluma y un frasco de tinta y comenzó a escribir un pergamino en el que se podía leer:
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