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Capítulo 2: Una nueva vida


    Seria bonito decir que me despertó el amanecer, al proyectarse los primeros rayos de Sol sobre mi cara, pero no fue así, sino que fueron los gritos de Kristasgarf, desde el piso de abajo, los que lo hicieron. La verdad es que, en las pocas horas que llevaba en esa casa, ya había tenido dos duros despertares. Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana, aún no había ni tan siquiera amanecido. Las estrellas punteaban el cielo, y se reflejaban en la superficie del mar, el cual estaba en absoluto reposo. Parece que sería un buen día.

- ¡Chico, baja ya!¡Tenemos mucho que hacer hoy! -gritó el anciano desde el piso de abajo

     Bajé las escaleras, frotándome los ojos, los cuales aún los tenia pegados, y pude ver al anciano en la cocina preparando una gran cantidad de comida.

- Siéntate chico, en la mesa tienes tu desayuno – me dijo mientras envolvía un poco de pan en una tela.
-¿Para qué es toda esa comida? - pregunté
- Es para el almuerzo, hoy no comeremos en casa.

     Empezé a comer, sin duda se le daba bien cocinar puesto que su comida era muy buena., un punto a favor de mi desición, además yo tenía mucha hambre, parecía que no había comido en días. Mientras devoraba mi desayuno , levanté la mirada hacia un reloj circular que se encontraba clavado a la pared.

- Kristasgarf si aún son las 5 de la mañana
- ¡La hora justa para que comienze tu entrenamiento!
- ¿En qué consiste mi entrenamiento?
- Te enseñaré mi profesión, algún día yo no estaré y tu tienes que aprender a apañártelas solo, ¡quiero que lleges a ser un legendario pescador!

     La verdad es que me decepcioné un poco, quizá me esperaba algo mejor. Por otro lado, la idea de que él pueda no estar algún día me atemorizó.

- ¿Porqué no ibas a estar?
- Chico..., la vida no es eterna, soy un anciano y el fin de mi vida se acerca

     Empezaron a rondar en mi cabeza ideas sobre la muerte, ¿quizá hubiera tenido algo que ver con que yo estubiera allí?. El miedo iba envolviéndome cada vez más. Quise dejar de pensar en ello, sacarme esas ideas, no me gustaba ese tema.

- ¿Siempre fuiste pescador?
- No chico, antiguamente me dedicaba a la caza de crujidores en la Llanura de Cania
- Vaya..., ¿qué es un crujidor?
- ¡Jajaja!, pues es un monstruo de roca, en cuyo interior se pueden encontrar preciosas piedras y minerales. Yo los cazaba y vendía esas piedras.

     Esa idea si me gustó, aún no sabía que era un crujidor, pero el simple hecho de pensar en un enorme monstruo de roca me motivó, quería verlo con mis propios ojos.

     Al terminar de desayunar salimos de la casa y empezamos a caminar. Kristasgarf llevaba amarradas a su mochila dos cañas de pescar, una más larga que otra, y dos cubos de madera, uno en cada mano. En la calle no había ni un alma, incluso el mercado que el día anterior estaba plagado de personas se encontraba desierto.

- ¿Te gusta Sufokia chico?
- ¿Que es?
- La ciudad en la que nos encontramos...
- ¡Ah!, pues sí, es muy bonita. ¿Hay más ciudades?
- Claro, está Bonta, Brakmar, Astrub..., algún día las visitaremos

     Estaba algo confundido, hace un minuto no sabía donde estaba y ahora resulta que me encuentro en un mundo más grande que lo que podía imaginar, y en el que existen monstruos de roca. Me entraron ganas de irme de allí para conocer el mundo, pero por otro lado tenía miedo de pudiera engullirme, se veía que era un mundo bonito, pero peligroso.

     Al llegar a una zona de playa nos paramos en unas rocas y durante horas estuvimos allí sentados, lanzando la caña y esperando, la verdad es que no fue muy divertido. Recuerdo que, en algún momento del día, ví al chico del mercado, ese tal Habichuela, en una zona de la playa conversando con tres tipos bastante raros. Los tres estaban vestidos de negro, y sus cabezas estaban cubiertas por una capucha, por lo que no se les podía ver la cara. Conversaron por unos minutos hasta que Habichuela les entregó una bolsa y se marcharon. La verdad es que me pareció muy extraño, pero todo en ese chico lo era.

     Por fin llegó el momento de marcharnos. Los cubos estaban llenos de pescado, Gobios según Kristasgarf, asi que nos fuimos de allí.

- Este cubo – dijo el anciano mientras caminaba y me mostraba el cubo más lleno – lo venderemos en el mercado. Este otro será para nosotros.
- Kristasgarf, ¿te ayudo a llevarlos?
- Como quieras chico

    Kristasgarf soltó uno de los cubos en el suelo y fui a cogerlo. Pesaba mucho por lo que no pude levantarlo de un primer tirón.

- ¿Pesa mucho chico?
- No tranquilo, podré llevarlo.

     Me dispuse a tirar con más fuerza por lo que cojí impulso con mi cuerpo, quizá demasiado. Al levantar el cubo, su peso me hizo perder el equilibrio. Empezé a balanzearme y a agitar los brazos para tratar de mantenerme, aunque no sirvió de nada. Un instante después estaba sentado en la arena, dentro del agua y Kristasgarf se estaba riendo a carcajadas.

- No tiene gracia... - dije con algo de enfado
- Si la tiene chico ¡jajaja! - dijo entre risas – venga levanta, yo lo llevaré

    Me incorporé algo enfadado, aunque de igual forma estaba sorprendido por el gran estado de forma en el que se encontraba el anciano.

    El camino a casa se me hizo corto, la verdad es que ya empezaba a aprendermelo. Al llegar Kristasgarf me dió algo de ropa por lo que me cambié y me senté en la mesa del salón.

- ¿No te ha gustado la pesca? - me preguntó Kristasgarf mientras se sentaba en el banco frente a mí
- La verdad es que no mucho – le respondí
- Bueno... - dijo mientras mostraba de nuevo su actitud pensativa tan particular – haremos una cosa, creo que esto si te gustará


     Se levantó de su asiento y se dirigió a la una estantería llena de libros situada en la pared detrás de mí. No tardó mucho en encontrar el libro que quería.

- Mira esto chico – me dijo mientras abría el libro y lo colocaba en la mesa delante de mí
- Vaya...
- Este libro se llama "Anatomía animal", seguro que te gustará

     Se trataba de un libro lleno de imágenes de enormes monstruos, en el que se explicaba todo acerca de su estructura corporal y de sus características. Me quedé absolutamente impresionado.

- Mira chico, esto es un crujidor
- Vaya..., ¿que pone aqui Kristasgarf?
- "Los crujidores reinan la Llanura de Cania y las montañas de Amakna, de tal forma que incluso dichas montañas llevan su nombre"
- Quiero ir a esas montañas
- Algún día iremos chico – me dijo – pero antes haremos otra cosa, ¿qué te parece si te enseño a leer?
- Si, por favor

     El resto del día lo pasamos leyendo ese libro. Absorbía todo lo que Kristasgarf me decía así como lo haría una esponja. La verdad es que me costó muy poco trabajo aprender, más bien para mí fue recordar.

     Al igual que la mañana se me hizo muy larga, la tarde pasó volando. No podía dejar de pasar las páginas de dicho libro, observar sus imagenes y leer, un de una manera torpe, algunas de las frases que en él se encontraban.

- El me...maxilu...maxilubo es el más fi...fiero de to...dos los cáni...dos
- ¡Bien chico!, aprendes muy rápido
- Gracias
- Me iré a la cama, mañana me iré temprano y no te despertaré, no salgas de casa ¿vale?
- Me quedaré aquí viendo los libros
- Muy bien chico, buenas noches
- Buenas noches

     No podía de dejar de observar el libro, estaba entusiasmado. Miré el reloj del salón, las 12 y cuarto de la noche. Me obligué a dejar de leer e irme a la cama, sin duda no quería pero estaba cansado del madrugón de la noche anterior. Mientras subía las escaleras, escuché un sonido extraño en el exterior de la casa. Me acerqué a la puerta y observé por una rendija, el extraño chico de siempre estaba rebuscando en el interior de un barril, parecía esconder algo. Al acercarme un poco más a la puerta, golpeé con el pie a la escoba, que estaba apoyada sobre la pared, con la mala suerte de que me golpeó en la cabeza.

- ¡Ay!

    Mi grito hizo que el joven saliera corriendo y entrara dentro de su casa dejando el barril abandonado. La curiosidad de ver que contenía el barril me comía, pero me contuve. Subí rapidamente las escaleras y me metí en la cama. No podía dejar de pensar en ello, pero eso no me impidió dormirme a los pocos minutos, estaba demasiado cansado como para permanecer despierto.

1 comentario:

  1. mmm... Esa intriga que me deja no me gusta nada...
    Pero eso es lo que no me permite dejar de desear leer esa tercera parte ;P

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